Etapa Midelt-Merzouga


Si yo ya sabía que algún día nos íbamos a perder, que íbamos a llegar a las tantas… Que esto no podía ser tan sencillo…
Que si ya nos paso en los reconocimientos un día sí y otro también… Con las viejas glorias que se trae aquí la gente… Bueno, pues para que esperar, ese día ha sido hoy.
Es la una y media de la noche y este es el momento en que por fin nos sentamos con un té calentito frente al ordenador.
Para ser sinceras, antes nos hemos dado una ducha calentita ¡la primera! (la primera calentita al menos). Nos hemos tomado una sopa harira riquísima y un tajin de ternera y membrillo espectacular. También se nos han caído encima todas las estrellas del firmamento, y hemos visto salir una luna roja, enorme, espectacular. Que vamos, igual las estrellas están también en casa y no las vemos, pero esta luna debe ser otro satélite que sólo se ve desde aquí.
Y además y lo más importante, estamos ya en Merzouga, a las puertas del Erg Chebbi. Y eso lo compensa todo, al menos para las personitas como Carmen y como yo que somos dos tipas tranquilas y con horchata en la sangre.
Porque vamos, yo no sé qué os corre a vosotros por las venas, liquido de frenos está claro que no.
Hoy he descubierto que hay gente que disfruta con los problemas, que se emociona cuándo se queda metido en la arena hasta las trancas, que le encanta empujar, meterse en los bajos de su coche, desmontarlos, desmontar el coche entero, volverlo a montar y colocar las piezas sobrantes en la vaca.
Y también he vuelto a constatar que hay buena gente, que cuando los demás tienen problemas, también disfruta sacando una pala, una eslinga, o un slich (que no sé como se escribe pero ya sé lo que es), y echando un cable (nunca mejor dicho) a los compañeros y compañeras.
En fin, que yo qué sé cuántas veces hemos perdido el track, y cargados con un astra o con un ford sierra a cuestas. Tampoco sé cuántas veces han tenido que tirar de nosotras también, mientras a su vez nosotras tirábamos de otros. Eso tampoco sabía que se podía hacer.
En fin, no os voy a engañar, esto no es lo mío. Pero tengo que reconocer que cuando hemos entrado esta mañana en la pista y nuestra Pili se ha puesto como una loca con Elvis Presley a toda caña, pues no sé si es por empatía o porque todos escondemos un alma macarra dentro, pero he disfrutado un montón, y Carmen también, si lo niega tengo pruebas.
Por otra parte y si se trata de ser honesta, pues tampoco es oro todo lo que reluce. Seguro que me tomáis por una hippie ecologista, pero hasta las hippies ecologistas caemos en la tentación de expoliar el patrimonio de este país a precio todo a cien, como por ejemplo comprando una rosa del desierto por 20 dirhams a un niño que podría ser mi hijo, y que hoy estaba trabajando y no en la escuela. Y eso también es pan para hoy y hambre para mañana. ¿No?
Afwan, afwan, afwan. (Perdón, perdón, perdón).

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