Empecé a naturar en el campo de mis abuelos. Sentada sobre un saco de arpillera con olor a almendras y algarrobas, descubrí lo extraordinario de lo cotidiano: jugar con la tierra, revolcarse en el agret y comer nísperos y almendras verdes.
Frente a la chimenea en invierno y a remojo en la acequia en verano, crecí cuestionando conceptos cómo el desarrollo o el progreso y pensando que de mayor lograría que el mundo fuese un lugar mejor. He de reconocer que no he conseguido grandes avances respecto a la paz mundial, el hambre o los derechos humanos, pero una vez alguien les preguntó a mis hijos a qué nos dedicábamos en la Naturadora y ellos contestaron que trabajábamos salvando el planeta.
Me encanta esa definición. De hecho, como claim es mucho mejor que proyectos extraordinarios. Y me encanta lo que hacemos y cómo lo hacemos. Y quien sabe.., tal vez, salvando el planeta, seamos capaces de cambiar el mundo.
Yo siempre en la orilla del mar. No he olvidado el día que aprendí a nadar entre las rocas o las primeras veces que utilicé unas gafas de bucear, ¡qué emoción! Ahí empezó mi curiosidad por todo lo que me rodeaba y empecé a naturar.
Con el tiempo he aprendido que para naturar hay que tener tres cosas claras: que no se pueden poner límites a las ideas, que tiene que haber coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, y que si haces aquello en lo que crees eres más feliz.
Para mi naturar no es sólo una forma de hacer, sino que es una forma de ser y de pensar, de valorar lo que es realmente importante, de romper esquemas y prejuicios, de transmitirlo todo para hacerlo crecer.
Continúo en la orilla del mar…
Ratxes de sol atravessen blaus marins, ses algues tornen verdes i brillen ses estrelles, que ja s’ha fet de nit, i es plàncton s’il·lumina, i canten ses balenes a 30.000 quilòmetres d’aquí…
(batiscafo katiuscas, Antònia Font)
Un dia mi abuela me dijo: “no silbes que eso es de niños, las niñas no silban”, ese día yo empecé a naturar. ¿Por qué hay cosas que son de chicos y cosas de chicas? ¿qué cosas son? ¿por qué la abuela lo tenía tan claro? ¿dónde lo había aprendido?
He descubierto, no antes sin haber sufrido un poco, que ser la mujer que soy no ha coincidido, ni antes ni ahora, con los patrones que la sociedad tenía preparados para mi. Y también he descubierto que los mismos que diseñan los patrones para las mujeres, los diseñan también para los hombres, pero con las mujeres es siempre mucho más cruel.
Naturo porque no me da la gana vivir en un mundo que no respeta la libertad de amar, de pensar, de vivir y de actuar por encima del sexo que tenemos, naturo porque necesito vivir en un mundo en el que la tierra, el mar, la naturaleza, la lengua y los antepasados no sean moneda de cambio. Dicen que silbar aumenta la capacidad pulmonar y te proporciona un estado de felicidad, SILBEMOS que así podremos gritar más fuerte y lo haremos sin pesares ni tristezas.
Ser naturadora… Comencé a naturar la primera vez que deseé volar. Volar lejos de lo que conocía, buscando experiencias, gente y lugares especiales y apasionantes. Volé y encontré muchas de esas experiencias y de esa gent… Pero a medida que pasaba el tiempo, me di cuenta que, en realidad, lo extraordinario estaba en lo cercano y en lo cotidiano. Me di cuenta de que en hacer especial cada detalle de tu vida cotidiana está realmente la magia de la vida… Me encontré a varias “Magas” que conseguían realizar justo eso… I me quedé con ellas. Para mí la naturadora es mi fábrica de sueños…